Escrito por: José Aldana
El algo así como una contradicción tremenda, acompañada de dolores de cabeza y ataques de ira que me dan cuando veo que, por los pasillos de nuestra amada Universidad Pedagógica de El salvador, se muestran cuadros como el siguiente:
¿Será posible que estudiantes, profesionales capaces de actuar como verdaderos líderes y agentes del cambio, con espíritu proactivo para la conservación, restauración y mejoramiento del medio ambiente, sean capaces de reproducir semejante cultura de aberración por la que en tantos países nos hemos caracterizado?
Algo huele mal:son las conciencias de los compañeros y compañeras que no son capaces de depositar sus propios desperdicios en el lugar donde corresponden. ¿Cómo podemos hablar de higiene?¿Cómo podemos hablar de protección y salud ecológica si son los mismos profesionales en formación los incapaces de demostrar que en los pequeños detalles podríamos hacer la diferencia y mostrar que existe un cambio de visión que ha existido un aprendizaje significativo?¿Cómo podemos hablar de educadores, si la mediocridad y el desánimo se hacen notar descuidando nuestro entorno más inmediato?
Ordenanzas hay, pero eso no nos da derecho a actuar como si estuviéramos en kindergarten, esperando a que mami y papi recojan lo que tiramos al suelo. Se supone que como gente con academia, corrijamos esta cultura del diablo que nos acarrea más problemás y dificultades en el país.
No es necesario que catedráticos o personal de limpieza nos recuerden lo que por naturaleza estamos obligados a hacer. Debería darnos vergüenza.
Si usted ve a un estudiante como estos, por favor, recuérdele que no sea tan cochino, haga usted la diferencia y sea usted agente de cambio, aunque cueste, pero si no nos hacen ver nuestros errores jamás cambiaremos nuestra forma de pensar y actuar.
El algo así como una contradicción tremenda, acompañada de dolores de cabeza y ataques de ira que me dan cuando veo que, por los pasillos de nuestra amada Universidad Pedagógica de El salvador, se muestran cuadros como el siguiente:
¿Será posible que estudiantes, profesionales capaces de actuar como verdaderos líderes y agentes del cambio, con espíritu proactivo para la conservación, restauración y mejoramiento del medio ambiente, sean capaces de reproducir semejante cultura de aberración por la que en tantos países nos hemos caracterizado?
Algo huele mal:son las conciencias de los compañeros y compañeras que no son capaces de depositar sus propios desperdicios en el lugar donde corresponden. ¿Cómo podemos hablar de higiene?¿Cómo podemos hablar de protección y salud ecológica si son los mismos profesionales en formación los incapaces de demostrar que en los pequeños detalles podríamos hacer la diferencia y mostrar que existe un cambio de visión que ha existido un aprendizaje significativo?¿Cómo podemos hablar de educadores, si la mediocridad y el desánimo se hacen notar descuidando nuestro entorno más inmediato?
Ordenanzas hay, pero eso no nos da derecho a actuar como si estuviéramos en kindergarten, esperando a que mami y papi recojan lo que tiramos al suelo. Se supone que como gente con academia, corrijamos esta cultura del diablo que nos acarrea más problemás y dificultades en el país.
No es necesario que catedráticos o personal de limpieza nos recuerden lo que por naturaleza estamos obligados a hacer. Debería darnos vergüenza.
Si usted ve a un estudiante como estos, por favor, recuérdele que no sea tan cochino, haga usted la diferencia y sea usted agente de cambio, aunque cueste, pero si no nos hacen ver nuestros errores jamás cambiaremos nuestra forma de pensar y actuar.
No sea cochino, mantengamos nuestra universidad limpia y ordenada. Recuerde que la ciudad más limpia no es la que más se barre, sino la que menos se ensucia. Cuesta menos y hace que uno se sienta mejor.
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