Escrito por Lic. Saul Baños
Tomás Antonio Gómez, uno de los profesores asesinados en San Juan Opico, ayer 19 de abril, estaba cursando Seminario de Graduación, en la Universidad Pedagógica de El Salvador. La última vez que platiqué con él fue la tarde del sábado recién pasado -17 de abril-. Ese día me comentó que estaba ansioso por iniciar su tesis que le permitiría obtener el título de Licenciatura en Educación Especialidad en Idioma Inglés.
Tomás Antonio Gómez, uno de los profesores asesinados en San Juan Opico, ayer 19 de abril, estaba cursando Seminario de Graduación, en la Universidad Pedagógica de El Salvador. La última vez que platiqué con él fue la tarde del sábado recién pasado -17 de abril-. Ese día me comentó que estaba ansioso por iniciar su tesis que le permitiría obtener el título de Licenciatura en Educación Especialidad en Idioma Inglés.
Conocí a Tomás, en el interciclo 03-09, sacrificó todos los sábados y las mañanas de los domingos de diciembre 2009 y enero 2010, para cursar su última materia de la carrera. Hombre de bien, era muy dado a la conversación y a la sonrisa fácil, alegre, de muy buen humor, sumamente respetuoso, con un enorme don de gentes. Era de los primeros en llegar a la clase que iniciaba a las siete de la mañana, pese a que viajaba desde San Pablo Tacachico. Me comentaba que llegaba muy temprano porque dormía poco.
Aparte de trabajar como profesor, administraba un pequeño cyber café en su pueblo.
Uno de esos fines de semana en que tuvimos clase, llegó acompañado de su hijo de 12 años; lo llevó a clases pues al terminar, le compraría un par de zapatos deportivos.
A estas horas de la noche, en que escribo estas líneas, estarán velando a Tomás. Pienso en el desgarro del corazón que estará sintiendo su hijo y demás familiares.
No podemos ni debemos ser indiferentes ante estos lamentables hechos.
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